Pensándonos el 8M desde la migración
Nos unimos con Un Curso Propio para preparar el material y cubrir la primera marcha en conmemoración del 8M organizada en Heidelberg. Quisimos hacer un número especial para compartir nuestras impresiones, sentires y reflexiones respecto a cómo se vive en una ciudad pequeña en Alemania - y en general, en el extranjero - la experiencia de salir a las calles el 8M siendo mujeres migrantes.
Bienvenide a leer nuestra crónica y a leer las reflexiones de nuestras compañeras en la migración.
Por: Evelyn Amarillas, Lizeth Ortiz y Alejandra Rojas
Somos varias “yo” las que participamos en este texto, de diferentes edades, en diferentes etapas de nuestras vidas, con experiencias migratorias que divergen en su sentir, pero con una motivación subyacente que nos une: el feminismo es un tema que nos toca fibras profundas. A todas nos ha marcado el patriarcado, hemos visto renacer la fiesta del feminismo y el despertar de nuestres compañeres iberoamericanes desde la distancia, y hemos sentido también el dolor que ha dejado el feminicidio y las diferentes formas de violencia patriarcal y racista desde este cosmos de apariencia perfecta: Alemania. Aquí es donde hemos vivido los últimos años, en Heidelberg, Alemania, y donde nos hemos visto por primera vez como mujeres migrantes; por eso, para el 8 de marzo, fecha en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, queríamos salir a protestar y sentirnos parte del movimiento feminista que en este día se extiende por diferentes países y, especialmente en Latinoamérica, es todo un acontecimiento.
En Alemania no hay cabida para esa forma de protesta a la que estábamos tan acostumbradas en nuestros países; esa que se nutre de la expresión y de la creatividad, que se hace ritual expresando el dolor, la rabia y la frustración, pero que también se hace fiesta y celebra el poder colectivo. En cambio, organizar una protesta aquí debe atravesar barreras burocráticas que la homogenizan: necesita ser agendada con las autoridades locales con suficiente anticipación, cumplir un horario y una ruta y está acompañada por la policía. Así todas las protestas, no importa la lucha que defiendan, poco a poco se vuelven paisaje.
Esto se hace aún más difícil en ciudades como Heidelberg, que además de ser pequeña es aún muy conservadora y considerada por muchos como una burbuja. A pesar de su reputación de ciudad universitaria internacional, esta era la primera vez que se organizaba en Heidelberg la marcha en conmemoración por el 8M. Durante muchos años Mannheim, una ciudad vecina más grande, ha sido la encargada de albergar marchas de mayor acogida y aforo. En otros lugares como Berlín, donde hay colectivas más consolidadas y con trayectorias más largas y comunidades latinas más grandes, la organización de estas marchas, aunque también atravesadas por la burocracia alemana, es diferente. El reto entonces para nosotres era grande.
Por eso, desde Micelio quisimos dedicar el mes de marzo a conmemorar el 8M en alianza con Un Curso Propio, una iniciativa creada por Almendra Espinoza (Chile) y María Isabel Gaviria (Colombia), quienes desde el verano del 2021 han trabajado en la organización de grupos y sesiones de lectura sobre literatura y feminismo decolonial latinoamericano, y coordinan conversaciones alrededor de ésta y otras temáticas.
Un Curso Propio
Mientras ambas eran estudiantes universitarias, Almendra e Isabel vieron que en la Universidad de Heidelberg hacían falta grupos de estudio feministas. Según Isabel, “no existía una iniciativa así dentro de la universidad. Tampoco había una facultad que se dedicara a los estudios de género explícitamente. Había algunas clases en donde hablábamos sobre feminismo o leíamos autoras desde una perspectiva feminista, pero no había algo consolidado.” Así, decidieron crear un espacio de lectura y discusión feminista dentro de la universidad que fuera más allá de la lectura de los textos, que trascendiera a lo académico y saliera de las dinámicas patriarcales y coloniales que muchas veces se reproducen dentro de la universidad.
Para Almendra, existe una clara división entre los sentires comunitarios y el conocimiento académico y por ello esta iniciativa intenta “reunir esas voces comparándolas con lo que aprendemos en los feminismos académicos”. Al trabajar colectivamente con otras organizaciones en la región y también en el ámbito académico con la participación de profesoras y estudiantes, Un Curso Propio busca crear ese puente entre la conversación académica y el activismo exterior. Además, la mayoría de las participantes de las sesiones son estudiantes que vienen de diferentes partes de Latinoamérica, lo que añade a la discusión feminista la riqueza de las experiencias migratorias, enriqueciendo el debate y abriendo la perspectiva hacia otras realidades.
Dado que uno de los ejes fundamentales de Un Curso Propio es el artivismo, decidimos reunirnos y trabajar en conjunto para crear un registro visual y escrito de nuestras impresiones, sentires y experiencias como mujeres migrantes desde la planeación y creación del material para la marcha del Día Internacional de la Mujer - pancartas, mantas o carteles -, hasta la marcha misma. No solamente se trataba de la primera vez en la que las fundadoras de Un Curso Propio creaban una alianza con asociaciones feministas de Heidelberg para marchar juntas en un evento feminista; para muchas de nosotras también era nuestra primera participación en una marcha en Alemania. Nuestros referentes son las manifestaciones durante los 8M y 25N que congregan multitudes en las grandes urbes latinoamericanas de las que venimos o en las que hemos vivido: Bogotá, Medellín, Santiago de Chile, Ciudad de México. ¿La comparación?, claramente inevitable. ¿La novedad y el desafío que teníamos por delante? muy especiales.
La preparación
Un Curso Propio y el colectivo feminista local Feministisches Bündnis Heidelberg organizaron el primer evento de preparación para la marcha. Fue un encuentro en el que las que nunca habíamos asistido a una sesión del grupo de discusión vimos de cerca el trabajo de Almendra e Isabel. En medio del taller, conocimos a otras mujeres de distintos países de Latinoamérica expectantes y curiosas por ver el desarrollo de una marcha feminista en Heidelberg.
Compartir el espacio para crear los carteles de la marcha, los materiales, frases e ideas que buscábamos en internet, nos dio la oportunidad de hablar de nuestras experiencias migratorias, conocer nuestras trayectorias de vida, sueños, expectativas cumplidas y no cumplidas. Escuchamos las historias de discriminación machista en espacios laborales e informales de las que algunas hemos sido víctimas, compartimos los desencantos, pero también la resiliencia y el poder de mantenernos pacientes y apoyadas en muchas otras personas que como nosotras viven día a día y de diferentes maneras el duelo migratorio. No todo es triste, por supuesto, porque cada vez que nos encontramos en estos espacios tenemos la posibilidad de construir nuevas amistades, que en el caso de las mujeres ha probado en todas las latitudes una contención poderosa y mágica.
“El Estado no me cuida, me cuidan mis amigas”.
La convocatoria
Parte de este trabajo de acompañar y sentir marchando incluyó también una convocatoria abierta a compartir reflexiones y experiencias de cómo se vivió este 8M desde la migración. Para todes los que formamos parte de Micelio, la migración es un tema central de nuestro trabajo y marca nuestra cotidianidad. Por eso, este llamado buscaba poner el foco en esas experiencias que, cuando se dan desde la migración, cobran otro sentido. Pero más allá de eso, nos sentimos comprometides con la lucha por la defensa de los derechos de las mujeres y de las personas de género diverso, por lo tanto quisimos abordar ambas cosas y usar nuestra plataforma para darle visibilidad a esas experiencias y, en el proceso, sentirnos acompañades.
La marcha
El plan para el 8 de marzo era sencillo: la protesta comenzaba en la plaza universitaria de Heidelberg en donde distintos colectivos compartirían algunas declaraciones con les asistentes. Una vez terminados los discursos, la gente congregada comenzaría la marcha hasta la Stadtbücherei, a través de la calle principal de Heidelberg, que no solamente es la calle peatonal más larga de Europa, sino donde se concentra la mayor actividad comercial de la ciudad.
Al llegar al lugar donde comenzaba el evento, vimos que había muy poca gente y culpamos a la lluvia por eso. Tuvimos que acudir a la plaza universitaria cargadas con nuestros paraguas y chaquetas impermeables no solo para cubrirnos del agua sino también del frío del invierno que apenas está terminando. Los flyers de nuestra convocatoria se mojaron, las pancartas ya no eran legibles porque la tinta y pintura se corrieron. La cámara para las fotos se pudo usar solamente hasta cierto punto porque después la lluvia se volvió más fuerte y se volvió imposible hacer cualquier tipo de registro. Probablemente hemos tenido que marchar así en nuestros países, pero se sintió la frustración de estar teniendo impases sencillos y mundanos, y la sensación inevitable de derrota.
La atmósfera se sentía extraña e incómoda: la poca gente que asistió estaba dispersa, nadie sabía muy bien cómo se iba a desarrollar la protesta y a pesar de que había varios colectivos presentes, era clara la falta de liderazgo y organización. Tal vez esto se debió a que era la primera marcha de este tipo en Heidelberg, o quizás fue nuestra propia distancia con el idioma o la cultura alemana lo que nos mantuvo distantes y fuera de lugar. A esto sumemos que de forma injusta - o no- traíamos con nosotras inmensas expectativas.
Además de la lluvia y el poco aforo, en medio de cada declaración o discurso de los colectivos pusieron música electrónica. ¿Qué? Nos faltaron los tambores, los gritos, las letras de artistes que han puesto sus corazones en sus canciones, en sus murales, poemas y manifiestos. La rabia colectiva difícilmente se manifiesta en lugares en los que todo parece operar “mejor”, en los que las mujeres podemos vivir “más tranquilas”, en este “primer mundo” en el que somos, para muches y de forma errada, susceptibles de sufrir menos violencias. La condescendencia, la abundancia de oídos sordos y la falta de empatía hacia las mujeres migrantes disipa, al igual que la lluvia, las formas de reunión en ciudades como ésta. Nos faltó la adrenalina, la fuerza colectiva, la cooperación que se contagia en las marchas en Latinoamérica. Nos faltó la fiesta, los cantos, la presencia contundente y fuerte y ruidosa de todo eso que nos mueve esta conmemoración.
Mientras marchamos intentando esquivar los charcos de agua, perdimos a nuestras compañeras en el camino y en algún momento nadie sabía dónde estaba la una, dónde terminó la otra, dónde estaban las pancartas, las mantas, los letreros. Terminamos con los pies mojados y las caras decepcionadas. Recordamos una vez más que aquí las cosas funcionan de otra manera y que hay mucho trabajo por delante si queremos que esta ciudad se vuelva un escenario feminista en la región. Aceptamos el reto con amor.
Mucho por hacer
Sin duda este 8M en Heidelberg no fue lo que esperábamos. Encontrarnos con esta forma de protesta tan distinta y ajena a lo que estamos acostumbradas nos hizo añorar nuestros países y a nuestras compañeras al otro lado del mundo. También para Almendra e Isabel fue una experiencia “dulce y agria”: dulce, porque es evidente que hay una intención de trabajo político-feminista, pero agria por la falta de comunicación, cohesión y coordinación entre los distintos colectivos que participaron.
En el proceso de pensar qué podemos hacer, reconocimos el trabajo que hay detrás de la organización de este tipo de manifestaciones y admiramos a todas las personas que trabajan juntas en América Latina para que diferentes luchas sean visibles y tengan un lugar en el espacio público. Reconocemos también el esfuerzo de grupos como Un Curso Propio que luchan contra la burocracia e indiferencia alemana hacia las mujeres migrantes y se organizan para darle visibilidad a las distintas problemáticas y violencias que nos atraviesan.
Sabemos que no es tarea fácil, pero es precisamente por esta razón por la que creemos que iniciativas como las de Isabel y Almendra son tan necesarias: son estos espacios en donde podemos crear el sentido de comunidad que tanto nos falta como migrantes, en donde nos pensamos y compartimos en diálogo con otres y nos concebimos desde la resistencia. Finalmente, este trabajo en conjunto entre Un Curso Propio y la Revista Micelio busca ser una pequeña pero efectiva muestra de esas diferentes realidades y sentires, y una forma de acompañamiento entre nosotras, en los complejos y diversos procesos que atravesamos en la migración.