Notas sobre Palestina
Lo que pasa en Palestina no pasa así no más por nuestras vidas. De alguna manera, y teniendo también presente que el silencio otorga, quisimos abrir la discusión en nuestro grupo más cercano. ¿Cómo nos planteamos como revista?, ¿hacemos caso omiso?, ¿seguimos protegiéndonos en una cierta burbuja informática, alimentando nuestros feeds con memes?, porque, a quién tratamos de engañar, los problemas del mundo muchas veces nos superan.
Indignación, silencio y más silencio. Desde un país en que la regulación y la burocracia asusta hasta al más letrado, queremos compartir con ustedes nuestras reflexiones y les invitamos a sumarse a esta conversación.
Aquí, en la falda de las colinas, ante el ocaso
Y las fauces del tiempo,
Junto a huertos de sombras arrancadas,
Hacemos lo que hacen los prisioneros,
Lo que hacen los desempleados:
Alimentamos la esperanza.
Un país preparado para el alba.
Estado de sitio (fragmento), Mahmud Darwish
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Uno llega a Europa pensando que la vida será más amable con uno. Más seguridad en la calle, en la salud, etc. Una mejor vida. Y en parte eso es verdad, pero esconde sombras que se han hecho evidentes en los últimos años. Desde la invasión rusa a Ucrania, esa dicotomía civilización/barbarie que tanto hemos sufrido en el Sur Global, ha demostrado que nunca se fue. Uno espera estas cosas de medio oriente, pero no de países civilizados, y comentarios similares, fueron la nota que marcó la mayoría de los comentarios en los medios europeos al comenzar la guerra. No me sorprenden, pero sí me duelen, porque yo y mis hermanes no somos esas personas a las que sufrir la violencia nos produzca sorpresa o simpatía. Somos los bárbaros, los que deben ser educados, los que no saben gobernarse ni comportarse, acostumbrados a la violencia, corrupción y explotación. Los que siempre deben probar que no han hecho nada malo.
La violencia colonial que ejerce Israel sobre el pueblo palestino solo tiene ecos en Europa. Subconsciente o conscientemente (no importa mucho) no pueden estar equivocados en su grandeza, por lo que el error siempre recae en el otro. La violencia de la cárcel abierta más grande del mundo por más de 20 años no vale nada al lado de 1200 muertos. Los miles de muertos, presos, violados, desplazados desde hace más de 70 años son solo un dato que no explica nada, porque solo se espera que esos animales humanos solo se queden bien quietitos mientras las bombas los revientan. Los ejemplos de cómo han masacrado a un pueblo por todo este tiempo están ahí para quien quiera verlos, y es agotador, física e intelectualmente, tener que probarles que la libertad es para todos o para nadie. Que somos humanos.
Desde el ataque de Hamas la tristeza ha estado comiéndome el corazón, porque ver la miseria humana tiene costos incluso si no estás ahí mismo. Pero es una tristeza que he sentido con cada bomba, con cada niño caído, con cada bala de francotirador que ha desgarrado una vida durante décadas.
La esperanza no se pierde y la solidaridad no se acaba, aunque a veces es necesario volver a un lugar lindo para mantenerla: yo solo quiero volver a La Cisterna, en el sur de Santiago, y volver a ir al estadio Palestino, en un día de otoño con mi bufanda rojo y blanco, mientras en la cancha corren doce luciendo la camiseta negro-blanco-rojo-verde con orgullo.
ITALO
Terrible. Terrible. Terrible. Estamos siendo testigxs de un genocidio, de crímenes contra la humanidad, de actos de violencia en todos los niveles… Y sin embargo, hay personas que no entienden o les resulta más cómodo no entender. En Latinoamérica siempre ha estado claro: Israel es ocupación, es brutalidad y violencia. En nuestros países nos hemos opuesto categóricamente a la ocupación israelí porque entendemos que desde su fundación Israel ha aprovechado el apoyo de los países del Norte Global para desplazar, violentar y asesinar a miles de palestinxs. Entendemos la lucha por la justicia de Palestina sin que eso signifique apoyar a Hamás, así como condenamos a Israel conscientes de que el Estado de Israel y el pueblo judío son dos cosas aparte.
Pero en la Alemania de la histórica culpa la gente no se atreve a cuestionar al Estado que este país ayudó a construir. Y es sorprendente porque el genocidio judío debería servir como lección histórica: Alemania debería ser la más crítica y la primera nación en rechazar este tipo de violencia, ser líder en cuestión de derechos humanos y usar su poder para ayudar a las víctimas. Y en cambio lo que vemos es una Alemania cegada por esa culpa histórica, apoyando incondicionalmente y sin cuestionamiento a Israel,defendiendo lo indefendible. Otra vez Alemania eligiendo pasar a la historia del lado del agresor.
EVELYN
El día 4 de noviembre fui a la primera manifestación permitida en Heidelberg pidiendo un alto al fuego en Gaza y Palestina. Llovía a cántaros y fue uno de los primeros días de frío este mes de noviembre. A pesar de eso, se logró reunir un grupo considerable de personas en Uniplatz. Antes de empezar los discursos, varios policías se subieron al escenario cubierto con un plástico para cubrirlo de la lluvia y comenzaron a pedir la identificación a los organizadores en una suerte de desfile performático. Hubo discursos, cantos y, sobre todo, una desoladora muestra de duelo colectivo.
A esa manifestación asistió mayoritariamente nuestra comunidad musulmana. No supe identificar a compañerxs de la comunidad universitaria. La universidad ha permanecido en silencio hasta el viernes 24 que mandó un comunicado condenando los ataques de Hamas del 7 de Octubre, semanas después de que ocurrieran. Ninguna mención de los más de 14.500 muertos contados el día que se emitió el comunicado, ni los más de 7000 todavía bajo los escombros. No deja de acecharme la pregunta: ¿por qué para nuestra universidad las vidas palestinas no importan?
SARA
No puedo consumir muchas imágenes de eventos violentos y en especial de conflictos armados porque siento que no soy capaz de gestionarlos de una forma adecuada. Por eso, me he mantenido al margen de consumir y compartir contenido en redes sociales, sobre el ataque de Hamas a Israel y de la subsequente arremetida militar del estado de Israel contra el pueblo palestino. Me sentí culpable por no querer informarme con todos los recursos disponibles, por mantenerme lejos del malestar personal en especial cuando estamos sobresaturades de contenido sensible en todas las plataformas. Sin embargo, con las semanas he descubierto formas de mantenerme informada de una forma menos perturbadora, de un momento ya bastante tenso. Pensé que el manejo de la exposición al material visual era de lo único que tenía que preocuparme y que la ocupación a Palestina era un asunto de indignación transparente, obvio, evidente, hasta que empecé a hablar con varies colegues alemanes, a ver los medios de comunicación en varios países y a ver las declaraciones públicas permisivas y flexibles de instituciones alemanas con un estado que claramente usa su fuerte poderío militar para someter a civiles palestinos como lo ha venido haciendo por décadas. Me he sentido fuera de lugar, molesta, indignada y asqueada por el silencio. Es claro que se empiezan a ver las dificultades de tener que saldar la deuda y la culpa histórica. Alemania se sienta “de brazos cruzados” para condenar la ocupación a Palestina y se resguarda en diplomacias y acuerdos que supuestamente promueven la resolución de este conflicto de décadas, pero que al mismo tiempo despliega toda su fuerza policial e institucional para censurar marchas y manifestaciones pro-Palestina y que se ve reflejado en el día a día. Venir de Colombia en donde la lucha contra el silencio ha sido la principal bandera de resistencia, y ver tanta complacencia y vista gorda es abrumador y repugnante. Como bien lo han gritado protestantes en las últimas semanas: “Libertad a Palestina de la culpa alemana”.
LIZETH
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